Alejandro Sasplugas Moré y Fernando Figuerola Tutusaus fundaron la firma en 1928. Barcelona se preparaba entonces para acoger la exposición universal para la que Mies van der Rohe idearía su mítico pabellón, y el primer trabajo de Cricursa quedó muy cerca de ese icono de la modernidad: en el vidrio de las lámparas de las fuentes de Montjuic.
Los tiempos habían cambiado y así también las necesidades constructivas. La empresa se adaptó a las nuevas tendencias rápidamente, satisfaciendo las demandas de la arquitectura del momento.
Cricursa consolidó su nombre como referente del vidrio curvado, un material en auge por aquel entonces, así como por la habilidad de la empresa para proporcionar a arquitectos y constructores diseños hechos a medida.
La compañía empezó a desarrollar su técnica productiva para fabricar espejos retrovisores y espejos esféricos para exteriores.
Siguiendo el ritmo de los tiempos, algunos de los productos más conocidos de la empresa se empezaron a fabricar durante los ochenta como por ejemplo, el vidrio laminado antibala Criblind®, que se lanzó al mercado en 1984 o el vidrio de control solar Crisunid® California.
En los noventa, la compañía estableció un departamento técnico con la finalidad de ampliar su capacidad de respuesta frente a las exigencias del mercado, convirtiendo a CRICURSA en una empresa de reconocido prestigio internacional dentro del sector del vidrio curvado y laminado.
La empresa seguirá apostando por la creatividad y la innovación con la misma pasión por el diseño que ha estado presente a lo largo de toda su historia.